La democracia no se agota en unas elecciones libres, seguras y transparentes.
Pero sin elecciones aseguradas con una cancha pareja y con la certeza de que cada uno de nuestros votos son sagrados, no puede haber democracia que se precie de serlo.
Sí, a veces hay que recordar lo obvio. Sobre todo en un país como el nuestro en el que vamos a elecciones libres cada dos años.
Otra obviedad: la democracia electoral se resume en una máxima: reglas claras, resultados inciertos. Reglas claras para todos que deben ser cumplidas por todos. Sin excepción.
Por ello, en la antesala del Día de la Democracia el próximo 7 de noviembre y en puertas de nuestra cita electoral de febrero, conversamos con don Luis Antonio Sobrado, expresidente del Tribunal Supremo de Elecciones.
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