En alusión directa a quienes tienen la responsabilidad de adoptar decisiones estratégicas para evitar el naufragio que se ve venir encima, la Contralora General de la República Marta Acosta no deja margen de error. “En los poderes formales y en las dirigencias de las organizaciones de la sociedad civil, no parece existir… Ni la suficiente conciencia, ni la premura necesaria, ni la coherencia, ni la articulación para solventar la gravedad de la situación fiscal que experimenta el país”
Y los hechos le otorgan la razón. Por un lado, empresarios y sindicatos hicieron abortar el intento de diálogo que pretendía medidas concretas para enfrentar el déficit que amenaza con hundirnos y ahora se intenta contra reloj articular otro diálogo inmenso para buscar comunes denominadores -hay que decirlo- sin muchas expectativas.
Mientras tanto, los diputados están en lo propio: reparten exoneraciones ahí donde no hay recursos y hacen más grande el inmenso abismo del déficit, aspiran a más licencias de exclusión para que las poderosas municipalidades (que tienen pie firme en el Congreso) regresen al libertinaje de los pluses salariales, mientras por otro lado pugnan por recorte al gasto en el presupuesto del próximo año. Como si todo eso no fuera poco, el Ejecutivo negocia alegremente mantener privilegios en el sector educativo que, lejos de agradecer, sale de inmediato a marchar a cuenta del salario del teletrabajo.
Todo suena a una mala partitura que ensordece e irrita a los gobernados que a falta de comprensión del macondiano escenario, cada día recriminan más la acción (o la falta de ella) de quienes están llamados a conducir los destinos de la barca en oleaje turbulento.
La Contralora sentencia que si no queremos heredar retroceso, desigualdad y pobreza en este momento debemos actuar con sabiduría y valentía para superar esta compleja marejada. Con ella conversamos en Hablando Claro.