Cumplimos este 1° de diciembre 77 años de la abolición del ejército. Se dice fácil, de hecho, lo hemos normalizado. Es algo que está en nuestro ADN tanto como en nuestra cotidianeidad. Pero lo cierto es que somos una rareza en el concierto de las naciones. Muy pocos países carecen de fuerzas armadas.
Dependemos del poder del Derecho Internacional para hacer valer nuestra soberanía e integridad territorial. Pero dependemos sobre todo de nosotros mismos para defender nuestras conquistas, de modo que las ventajas de ser una nación desarmada podamos seguirlas trocando en más y mejores inversiones para mantener el pacto social que nos respalda y que viene anclado desde hace 204 años, cuando suscribimos el Pacto de Concordia, al que reconocemos como nuestra primera Carta Magna.
Hoy nos preparamos para un nuevo proceso electoral. Uno más. Es algo que también hemos normalizado, tras 136 años de procesos democráticos que recién celebramos el pasado 7 de noviembre. Por eso a veces se nos olvida que la mayoría de los países del mundo no tienen elecciones democráticas, limpias, seguras, garantizadas. Y ello conlleva mucho de responsabilidad.
Nos complace celebrar este día con la fuerza de la palabra serena, pero firme e inspiradora de don Armando Vargas Araya, periodista, político, representante diplomático y presidente emérito de la Academia Morista.
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