Para ganar fama y fortuna, se inventó un paso del capote realmente “infartante”. Lo hacía correr directamente sobre su pecho y su estómago, y los pitones del toro pasaban a dos milímetros de su cuerpo. “El pase del hambre” lo llamaron de allí adelante los expertos en tauromaquia...
Por Jaime Ordoñez
Esta Copa del Mundo de Brasil 2014 es el feliz reino de la democracia y nos deja un par de lecciones. Veamos:
La primera es la lección de la disciplina. Lo decía Chesterton: "la creación es 99% de sudor y un 1% de inspiración" El pequeñito y laborioso-- Costa Rica-- de repente se vuelve un David heroico y derriba a varios Goliats, un poco orgullosos y engreídos. En las viejas monarquías, el poder era siempre vertical e inmutable. Los reyes nunca caían. A diferencia, en las democracias el poder y la fama se ganan día a día, con trabajo. Nada se dá por sentado y todo cambia: el que está arriba, mañana puede estar abajo. Tal parece que la movilidad social también se da en el futbol y Costa Rica, de repente, asciende a las clases medias y, si no tenemos complejos, quizá un poco más. Esta es la primera lección del futbol como metáfora de la vida: con trabajo y disciplina, casi todo es posible… Y no sólo Costa Rica deja los arrabales; también Ghana, que casi vence a Alemania, con un talento y una pasión que le venía de adentro, del puro corazón de Africa…
Y esto nos lleva a la segunda gran lección: la pasión. Es el otro ingrediente para hacer cosas que realmente importen en la vida. Sin pasión no es posible salir adelante. Sin pasión, el más grande puede caer a la lona y volverse un poco chato y vulgar. La declaraciones de Xavi Alonso y de Iker Casillas desnudaron el problema de fondo de España y sus jugadores. “Nos faltó hambre y ambición. Ya no hay ilusiones” dijo Alonso. La ecuación es simple. Cuando un jugador ganan 4 o 5 millones de euros al año, una Copa del Mundo y dos Eurocopas, y la vida está asegurada para las próximas dos generaciones, es muy fácil caer en la trampa y “aposentarse”, como se dice en portugués, y caer en la sopa tibia de la zona de confort. (Es lo que le pasa a los hijos de los herederos que nacen en cuna de oro: los aniquila la sopa tibia del confort).
Las declaraciones de Xavi Alonso del otro día me recordaron una anécdota taurina muy célebre. Cuando el hoy famoso y millonario Manuel Benítez, “El Cordobés,” daba sus primeros pasos como torero, era muy pobre y extraordinariamente arriesgado. Para ganar fama y fortuna, se inventó un paso del capote realmente “infartante”. Lo hacía correr directamente sobre su pecho y su estómago, y los pitones del toro pasaban a dos milímetros de su cuerpo. “El pase del hambre” lo llamaron de allí adelante los expertos en tauromaquia. El que no arriesga para salir de la zona de hambre, el que no pone su pasión, no triunfa. Desde el Cordobés para acá, cualquier torero que busque el éxito tiene que arriesgar e invertarse su propio “paso del hambre”.
Pinto y sus jugadores han logrado hacer la feliz mezcla de estos dos factores. Primero, trabajo y una disciplina táctica envidiable (la línea de cuatro en la defensa dejó 18 veces a los italianos en off-side, y aprendieron a jugar en bloques de zona, como lo hizo Bora en el 90. Así maniataron a Pirlo, a Ballotelli, a Cavani… ). Y también el segundo ingrediente: pasión y “hambre” de triunfo, pasión por ser reconocidos. En la cancha, a la distancia, casi todos se ven como “Manuel Benítez”, el Cordobés-- si hubiese sido futbolista-- es decir, jugándose la vida en cada regate, en cada choque. Por eso el mote acuñado a esta Selección no puede ser mejor: Pinto con huevos. En otras palabras, mucho cerebro y muchos cojones!-