Pues bien, eso exactamente es lo que está sucediendo con la discusión de las urgentísimas reformas a los regímenes de pensiones con cargo al presupuesto nacional, particularmente con las del Poder Judicial. Si el tema era ya de por sí sensible, está claro que el propio Presidente de la Sala Constitucional Ernesto Jinesta, se encargó de ponerle dinamita a una deliberación pública que ya venía subiendo de tono, pues aunque su intervención en Corte Plena se produjo desde el 20 de junio, trascendió públicamente apenas la semana pasada, justo cuando ya entre diputados y magistrados estaban tirándose los dardos. Como muchos de ustedes recordarán, el diputado Ottón Solís afirmó el jueves en Hablando Claro que si la Sala IV decide traerse abajo la reforma que corta las privilegiadas pensiones de unos exdiputados, sería mejor ponerle candado porque estaría legislando en perspectiva de espejo para no permitir luego que les disminuyeran sus propias inmensas pensiones. Y no solo eso, hasta pidió la renuncia de la Presidenta de la Corte Zarela Villanueva que había estado en el foro legislativo defendiendo al hoy venido a menos régimen de pensiones del Poder Judicial.
Ahora, reiteramos, la intervención del Magistrado Jinesta en Corte Plena, puso la cuestión en pie de guerra, al emitir criterios salidos de tono (no hay otra forma de calificarlos) en defensa de su jugosa pensión. La cuestión es que es urgente (poco posible, pero necesario) volver a poner esta discusión en los cauces de la mesura. Ciertamente pretenderlo es iluso, sobre todo cuando han brotado como hongos en invierno cantidad de opiniones (versadas o no) atizando la hoguera del repudio popular contra los excesos en las pensiones.
Pero como el peor esfuerzo es el que no se hace y cada palo debe aguantar su vela, en Hablando Claro conversamos este lunes con la ex ministra de Trabajo, Sandra Piszk, sin duda la legisladora más preparada en el tema de las reformas a pensiones y otros extremos del gasto público estatal.
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